viernes, 3 de junio de 2011

Madroño, árbol de la Villa de Madrid


 Escudo Heráldico de la Villa De Madrid
 caracterizado por el oso y el Madroño

Características:

  Nombres en Castilla: Madroñera, abono Liébanal, albocera, arbornio (Asturias), alborecera (Aragón), alborto, al­borzo, algorto, arbocera, árbol de las fresas, berrubiete, borrachín (Asturias), borrubiete, borrubiote, borlo (Logroño-Burgos), gurbiote, gurrubión, madrollos (Navarra), madroñero, madroño común.
  Cataluña: Arbocer, arboo, arborer, arbós, arboser (Baleares y Valencia), arbosera (Baleares), albosera (Valen­cia), cirerer, cirerer de top, cirerer d'uco, arbosser (Menorca), cirerer d'arboo. Ettsk.: Burbux, bur­buz, gurbitx, gurbitz, gurbiz, kurkuxa, kurpitz, aagorri.
  Galicia: Albedro, borta, érbedo, érvedo, esvedro, herbedro. Por.: Medronheiro.
 
    De la familia Ericaceae el madroño(Arbutus unedo) es normalmente un arbusto ramoso de 1,5 a 3 m de talla pero en ocasiones se hace un árbol de hasta 8-12 m de altura. La corteza es pardo-rojiza, finamente agrietada en los troncos viejos.

   El sistema radical es muy fuerte y potente, y provisto de gruesas cepas. Copa oval o trasovada. Ramas gruesas.

Frutos del madroño

   Las hojas son persistentes, coriáceas, elíptico-lanceoladas, dos a cinco ve­ces más largas (5 a 8 cm) que anchas, de contorno finamente aserrado, con el haz verde oscuro lustroso y el envés verdoso pálido.

Aunque en posición alterna en las ramillas, las hojas se sitúan muy próximas unas a otras, formando corno rosetas.

Detalle de hojas y frutos del Madroño
    Las flores aparecen en otoño con cáliz menudo partido en 5 lóbulos y la co­rola de forma de orza o puchero, color blanco-verdoso o sonrosado, con cinco dientecitos revueltos, 10 estambres insertos con la corola sobre un disco de ovario súpero, con cinco lóculos multiovulados, estilo filiforme y estigma pentagonal. Las flores se agrupan en racimos apanojados, terminales, colgantes, solitarios.
Los frutos tardan un año en madurar y transformarse en bayas globosas, car­nosas, farináceas de color rojo carmín, cubiertas de gránulos o tuberculitos, de unos 3 cm de diámetro y de sabor agradable al paladar. Los madroños o alboro­zas contienen muchas semillas pequeñas, pardas, angulosas.

   Indiferente en cuanto al suelo parece preferir los silíceos a los calizos. Re­quiere suelos profundos y sueltos para su buen desarrollo.
Es especie de media sombra, pues soporta una ligera cubierta, aunque de temperamento muy robusto. Corresponde a un clímax de encinar.
El crecimiento es relativamente lento y sostenido.

  Se reproduce el madroño por semilla y por brotes de cepa; es frecuente ob­tener plantitas espontáneas que prenden con facilidad. Por el cultivo se han es­tablecido variedades de frutos más voluminosos, suculentos y gustosos que en los ejemplares silvestres.


Distribución:
   Es originario de la región mediterranea, costa atlántica y Europa occidental, desde el norte al oeste de Francia e Irlanda.
En los bosques de la Matta de Leiria en Portugal, hay madroñales muy desarrollados. Especie bastante longeva.
   No suele faltar en setos y bos­ques de los pisos bajo y montano de casi todas las provincias espa­ñolas. Plantados se conservan mag­níficos ejemplares en los jardines del palacio de Aranjuez y en el parque de la Fuente del Berro de Madrid.
   Hoy abunda silvestre sal­picado o en rodales, en Sierra Mo­rena.

Epoca de floración:
   En otoño, comienzan a verse sus frutos rojos, comestibles, junto a las florecillas blancas.

Generalidades:
   Es el árbol del escudo heráldico de Madrid, la ciudad del oso y el madroño.
   Nadie sabe con exactitud por qué se eligió el madroño como símbolo del escudo de la villa de Madrid, pero aparece en el escudo de Madrid capital, a pesar de nunca fue un árbol abundante esta región. Actualmente es una especie protegida por la Comunidad de Madrid como especie amenazada.
   Dicen que no es un oso sino una osa, y que no es un madroño sino un madroñero. Pero, durante siglos, nos hemos referido a ellos, el Oso y el Madroño, como parte del escudo de nuestra ciudad. El oso, y el madroño, “mudruny” en la lengua de los mozárabes, símbolos de la Villa.

Estatua que simboliza el oso y el madroño
 emblema de la capital de madrid y que esta en la Plaza Del Sol,
pleno centro de la ciudad

   El madroño en la plaza de la Lealtad, frente al Hotel Ritz (Madrid) está el más viejo de esta ciudad. Hace unos años estuvo en peligro pues el peso de sus enormes ramas amenazaba con derribarlo, pero hoy día unas grandes horcas de hierro a modo de “muletas” sujetan el magnífico árbol, uno de los más singulares de Madrid.

 Madroño centenario y el mas viejo de la ciudad de Madrid
 en la plaza de la lealtad.

   Los frutos de madroño comidos en grandes cantidades pueden llegar a producir un efecto narcótico suave e irritación del tubo digestivo. No obstante, se han empleado para producir licores e incluso vinagre.

   De ellos nace el Licor de Madroño que, según cuentan, el rey Felipe IV tomaba después de las comidas, preparado por su cocinero según la receta que inventaron los frailes benedictinos: machacando el madroño con alcohol de vino.
   Está muy rico el licor de madroño, bien frío, sobre todo en esos diminutos y castizos vasitos de barquillo en que a veces lo sirven en la Taberna El Madroño, en la Plaza de Puerta Cerrada. Una delicia.

    Sus hojas y corteza contienen taninos que sirven para curtir la piel o en medicina para curar la diarrea debido a su poder astrigente.

   Madera pesada, dura, homogénea, de grano fino, compacta, albura blanco verdosa sin paso brusco al duramen, rojo, casi carmín, algo veteado. Fácil de trabajar, toma bien el pulimento pero se tuerce pronto si no está bien seca. En este estado es muy estimada de ebanistas y torneros y suele emplearse para fabricar figurillas, bolillos para encaje, etc.
   Como combustible es excelente y su carbón menudo o breña se aprecia mu­cho en las herrerías. Las grandes cepas que forman su sistema radical son casi tan apreciadas como la leña de encina para combustible y carbón.

   Su follaje es un buen ramón para el ganado cabrío y cuando come su fru­to maduro, dicen los pastores, que se emborracha pues los madroños propor­cionan una fuerte bebida alcohólica que suelen llamar aguardiente de los forestales.

   La corteza y las hojas se emplean como curtientes.

   En nuestro país se empleaba antiguamente, más que en los tiempos actua­les, para formar setos vivos en los parques de los antiguos castillos. Por el color verde alegre de su follaje, su floración tardía, casi en invierno, y por lo vistoso de sus frutos comestibles son muy ornamentales y se ha intentado últimamente plantar un cordón de madroños en ambos lados de la Avenida de La Castellana de Madrid. Parece ser que no resisten la excesiva contaminación del aire de esta arteria, pues a pesar de regarse frecuentemente, no han crecido debidamente y muchos han perecido.

   Otra curiosidad: el madroño, con su color rojo intenso, en el famoso y maravilloso cuadro de El Bosco “El Jardín de las Delicias” es el símbolo de la lujuria.
   Lo que quizá no todo el mundo sabe es que la espléndida pintura flamenca de los comienzos del siglo XVI se titula “El Jardín de las Delicias o la Pintura del Madroño”.

 Cuadro de el Bosco "El Jardín de las Delicias"
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